Encíclica Rerum Novarum
Desigualdad de los hombres
Quede ante todo como principio y fundamento para la solución anhelada, que no hay más remedio que atenerse a la humana condición, que impone que no todos sean iguales, los de arriba y los de abajo. Preténdenlo, en verdad, los socialistas; pero es inútil y vano su empeño, como contraria que es tal pretensión a la naturaleza misma de las cosas. Pues la misma naturaleza ha puesto en los hombres muchísimas y grandísimas desigualdades. No son iguales los talentos de todos, ni igual la inteligencia, la salud o las fuerzas; y a la obligada desigualdad de todo esto, síguese con espontaneidad la desigualdad de fortuna.
Lucha de clases
Hay en la cuestión que estudiamos un error capital, y es el de dar por supuesto que una clase haya de ser necesariamente y por su misma naturaleza enemiga de la otra, cual si la naturaleza hubiera hecho a los ricos y a los proletarios para luchar los unos contra los otros en guerra perpetua.
De estos deberes los que afectan al proletario y obrero son: poner íntegra y fielmente el trabajo que libre y equitativamente se ha contratado; no perjudicar de modo alguno al capital, ni hacer violencia personal a sus amos; al tratar de defender sus propios derechos, abstenerse de la fuerza y no armar sediciones, ni asociarse con hombres malvados y pérfidos que falazmente les hagan concebir desmedidas esperanzas.
Los ricos y los patrones recuerden que no deben considerar al obrero como un esclavo; que deben respetar la dignidad de la persona y la nobleza que a esa persona agrega el carácter de cristiano.
Sabido es que para fijar el límite del salario en estricta justicia, hay que atender a muchos aspectos y tener en cuenta muchísimas cosas: pero, en general, deben recordar los ricos y los amos que explotar en provecho propio la indigencia de los menesterosos y abusar de la pobreza ajena para sacar lucros mayores, es contra todo derecho divino y humano. Y el defraudar a alguien del salario que en justicia se le debe, es un crimen que clama al cielo venganza. Nadie está obligado a vivir de manera inconveniente a su estado. Pero cubierta la necesidad y cubierto el decoro, es deber del que posee socorrer con lo que le sobra a los menesterosos. No son éstos, salvo casos de extrema necesidad, deberes de estricta justicia, sino de caridad cristiana.
Acción del Estado
Los que gobiernan a un pueblo deben ante todo proveer en general, con todo el complejo de las leyes e instituciones sociales, al bienestar común. Lo primero y principal es que, con el imperio y la protección de las leyes, se mantenga siempre a salvo la propiedad privada. Que no se abrume la propiedad privada con enormes tributos e impuestos. No es la ley humana, sino la misma naturaleza quien ha otorgado a los particulares el derecho de propiedad, y por lo tanto, no puede la autoridad pública abolirlo, sino, en todo caso, moderar su ejercicio y armonizarlo con el bien común.
Eduardo Bernstein
La necesidad histórica y la concepción materialista de la Historia
Existen dos corrientes: En una de ellas aparece una percepción creciente de las leyes de la evolución, y principalmente de la evolución económica. Aparece como su causa y como su efecto una capacidad creciente para dirigir la evolución económica.
Así, el interés privado, y el predominio elemental de las fuerzas económicas cesa, según su grado de cada caso. Su desarrollo es anticipado, realizándose, por consiguiente, con la mayor rapidez y facilidad. De modo que los individuos y las naciones todas retiran una parte cada vez mayor de su vida de la influencia de una necesidad que les empuja sin su voluntad o contra ella.
El grado de desarrollo económico hoy día alcanzado suministra a los factores ideológicos, y especialmente a los éticos, más espacio que antes para su actividad independiente. A consecuencia de esto la interdependencia de causa y efecto entre la evolución técnica y económica y de las otras tendencias sociales es cada vez más indirecta, y las necesidades de las primeras van perdiendo su poder para dictar la forma de las últimas.
Los errores de una teoría sólo pueden considerarse deshechos cuando se reconocen como tales por los partidarios de la misma teoría: Marx es en último término quien rehace al mismo Marx.
Democracia y Socialismo
¿Cuál es el principio de la democracia?. Definimos la democracia diciendo que es la ausencia de todo gobierno de clases, indicando con ello una condición social en que los privilegios políticos no pertenecen a una clase contra el resto de la comunidad. Con esta explicación ya se indica que toda corporación monopólica es en un principio antidemocrática.
La democracia es, en principio, la supresión del gobierno de clases, aunque no sea aún la supresión de las clases. La democracia social no desea destruir esa sociedad y hacer de todos sus miembros una masa de proletarios; trabaja antes bien incesantemente en elevar al obrero de la posición social de proletario a la de ciudadano, haciendo así universal la ciudadanía.
Con una clase trabajadora poco desarrollada en número y en cultura, el derecho general de votar puede aparecer como el derecho de escoger al “verdugo”, pero con un aumento del número y el desarrollo de la cultura se convierte en el instrumento para transformar a los representantes del pueblo de amos en servidores de este mismo pueblo.
Así, la conclusión de esta exposición es la sencilla afirmación de que la conquista de la democracia, la formación de los órganos políticos y sociales de la democracia, es la condición preliminar indispensable de la realización del Socialismo.
Las organizaciones liberales de la sociedad moderna no necesitan ser destruidas, sino más desarrolladas. Para ello necesitamos organización y acción energética, pero no necesariamente una dictadura revolucionaria.
11 de enero de 2009
Historia de las Ideas Políticas - Encíclica Rerum Novarum - Eduardo Bernstein
Escrito por YosoyineS a las 8:04
Resumen de: Historia de las Ideas Políticas